Fecha:
16/01/2017
El investigador toledano José María Domínguez, director del Máster en Musicología de la Universidad de La Rioja, acaba de cerrar el tercer volumen de la ambiciosa publicación Historia de la Música en España e Iberoamérica (Fondo de Cultura Económica, 2016), un amplio conjunto de investigaciones desde los orígenes de la música hispana hasta nuestros días.
Su texto, «Un fin de siglo renovador», está dedicado a las relaciones musicales entre Nápoles y España a finales del siglo XVII, completando un conjunto de nueve capítulos dedicados a la música barroca desde perspectivas muy diferentes, desde la música en los ámbitos privados hasta el pensamiento musical o Hispanoamérica. El editor del tomo es Álvaro Torrente, historiador musical y profesor de la Universidad Complutense, mientras que el director y coordinador de toda la obra es el ensayista y crítico musical Juan Ángel Vela del Campo.
La música en el Toledo del siglo XVII se encuentra especialmente presente dentro de las casi ochocientas páginas que componen el volumen. José María Domínguez, por ejemplo, dedica un amplio espacio a recoger los gustos musicales de Mariana de Neoburgo, esposa del rey Carlos II, en cuya época se produjo la llegada a España del pintor napolitano Luca Giordano. Este plasmó en la Sacristía de la Catedral de Toledo (y en los frescos de la bóveda de la escalera del Escorial) parte del esplendor musical de las cortes italianas, que conocieron personajes tan encumbrados como el marqués del Carpio o el conde de Fuensalida.
Álvaro Torrente, en el primero de los capítulos que componen el volumen, «Música de plata en un siglo de oro», repasa los maestros de capilla de la Catedral toledana en el siglo XVII, comenzando por Alonso Lobo y continuando con Alonso de Tejeda, Juan Risco, Juan de la Bermeja, Luis Bernardo Jalón, Luis de Garay, Vicente García, Tomás de Micieces, Juan de Padilla y Pedro de Ardanaz. Asimismo, revisa documentos como un edicto del arzobispo Baltasar de Moscoso y Sandoval, promulgado en 1653, en el que el papa Inocencio X avalaba la prohibición de la polifonía en los conventos femeninos, decisión cuyo alcance es desconocido.
Otro de los investigadores, Pablo L. Rodríguez, autor de «Ad maiorem Dei gloriam (aut regis): la música en latín y el órgano», utiliza como fuente el Memorial del estilo de la Catedral toledana, un texto del año 1604 en el cual se especifican los usos musicales polifónicos en los oficios.
Álvaro Torrente, de nuevo, recoge en «Del corral al coliseo: armonías del teatro áureo», la aportación musical de un desconocido compositor toledano, Domingo Izquierdo o Esquerdo, a la comedia de tema mitológico de Calderón La fiera, el rayo y la piedra, estrenada en 1652.
Otra de las alusiones a Toledo, también por parte de este investigador, en «El villancico religioso», es una mención a las composiciones de esta naturaleza con contenidos de raíz popular que se conservan en la Catedral, entre ellos la enumeración de mesones toledanos sobre la que ha publicado en los últimos años en esta ciudad Javier Moreno Abad.
La obra dentro de la que se enmarca el volumen –completado con artículos de Luis Robledo y Alejandro Vera-, Historia de la Música en España e Iberoamérica, se compone de ocho tomos.
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