Fecha:
15/07/2017
De la poesía devocional India lleva el poeta Jesús Aguado ocupándose desde hace más de treinta años. En 2007, le dedicó ya una espléndida antología, que ahora corrige y amplía. La anterior selección reunía a cincuenta poetas de entre los siglos V y XIX; la nueva, a casi un centenar.
Varios de esos autores son considerados santos en sus respectivas comunidades religiosas y sus poemas siguen siendo rezados o cantados y alcanzan hoy una insólita difusión gracias a Internet. La mayoría de ellos profesan el hinduismo, pero hay también musulmanes, budistas y jainistas, como muestra de la pluralidad religiosa de la India.
Los textos originales están escritos en decenas de lenguas y muchas veces en una variante arcaica. Jesús Aguado, a pesar de haber vivido en la India (es autor de La astucia del vacío, un diario de su estancia en Benarés), traduce los poemas fundamentalmente del inglés, aunque también del francés o del italiano.
¿Le quita eso valor a su libro? Quizá para los especialistas, pero no para los lectores de poesía. ¿En qué estabas pensando? (título quizá poco afortunado) es, antes que ninguna otra cosa, literatura, espléndida literatura. Para leerlo con provecho, como para leer a San Juan de la Cruz, no es necesario participar de las creencias de sus autores, ni siquiera en su ecléctica versión contemporánea que tantos adeptos cuenta en el mundo occidental: “La tierra destrozada / por sus pies retumbantes. / Su corona hace añicos las estrellas. / Cuando extiende sus manos / ruedan mundos. / Desfallece la Tierra. / Los molinetes de sus brazos / dejan contusionados los planetas. / Y con la punta del cabello roza / el último rincón del Universo. / Cuando, como este día, / decides proteger el mundo, / oh Señor de los Ríos que se Encuentran, / te pones a danzar” (Basavanna).
Muchos de estos textos nos sorprenden por su modernidad: podrían haber sido escritos hoy mismo. Y eso nos hace dudar de si son traducciones, aunque indirectas, o libérrimas recreaciones y de si no se habrá deslizado entre ellos algún apócrifo.
Las notas biográficas, tan imprecisas como sugerentes, acentúan esa impresión. Del poeta Dhiro se nos dice: “Siglo XVIII. Escribió en gujarati. Tenía una manera curiosa de dar a conocer sus poemas: una vez terminados los introducía en el hueco de una caña de bambú y luego lanzaba esta al río que conectaba su aldea con otras vecinas. Sus obras ofrecen una síntesis de la filosofía vedanta”. Copio uno de sus poemas: “Una brizna de hierba: / detrás una montaña, / pero nadie la ve”. Otro ejemplo: “Si intentas navegar / en un barco de piedra, / sin importar que seas / un remero excelente, / os hundiréis los dos / hasta lo más profundo”.
Jesús Aguado nos ofrece al final del libro una extensa bibliografía, pero sirve de poco cuando dudamos de la existencia de un autor o de la autoría de un determinado poema. Al final de cada ficha biográfica debería aparecer una referencia bibliográfica precisa que nos indicara dónde podemos encontrar los textos originales.
Generalmente, Aguado prefiere no dar fechas concretas de los autores y se limita a situarlos en un siglo. Cuando las da, como en el caso de la poeta Tarigonda Venkamamba (sus canciones pueden escucharse en youtube), las suyas, 1800-1866, no coinciden con las que encontramos en otras fuentes: 1730-1817.
Aunque haya mucha erudición detrás, este libro no deber ser leído como obra de erudición y las biografías de algunos autores deben leerse con la misma suspensión de la incredulidad que las vidas de los santos milagreros. Ramalinga Swamy (1823-1874) “forzado a casarse, se pasó la noche de bodas leyéndole a su mujer un texto religioso. Curaba leprosos y ciegos con cenizas consagradas. Se dice que su cuerpo resplandecía tanto (poseer un cuerpo dorado es uno de los atributos de los siddhas) que nunca pudo ser fotografiado, algo que se intentó hasta en ocho ocasiones. El treinta de enero de 1874 anunció, en el que sería su último discurso, que ese día entraría en samadhi. Se introdujo en su cuarto, se tendió en una alfombra y pidió que cerraran la puerta por fuera. Como había anunciado, nunca más fue visto. Porque, a pesar de que se inició una investigación policial, de la que se derivaron varios informes, su cadáver desapareció para siempre”.
Un misterio digno de Sherlock Holmes, ciertamente, y sin embargo no se trata de ninguna ficción, como pudiera pensarse; al lector curioso le resultará fácil encontrar más datos sobre Ramalinga.
Algo de libro de autoayuda tiene también este libro fascinante: “Si sabes que estás vivo / saca jugo a tu vida. / La vida es de esa clase de invitados / que nunca le visita a uno dos veces” (Kabir).
¿En qué estabas pensando? entremezcla devoción y mixtificación, rezos de ayer e inquietudes de siempre. Teología como una rama de la literatura fantástica y erudición como un disfraz de la literatura.
Fuente:
http://crisisdepapel.blogspot.com.es/