Fecha:
12/02/2018
El verso de Yeats que sirve de epígrafe a la edición de esta enciclopedia de destinos –Y cosecharé hasta el final del tiempo / las plateadas manzanas de la Luna / y las doradas manzanas del Sol–, nos remite a varias referencias; una de ellas, que probablemente no estaba en las intenciones del poeta inglés, es la prueba de Hércules en que debe viajar a los confines del mundo, que eran las Hespérides, para recoger las manzanas de oro. Custodiadas por un dragón, la única forma de obtener la cosecha era sacrificar a la bestia que, por encima de cualquier otra, quiere decir terror. Un terror hacia lo desconocido, dado que nadie jamás ha visto los verdaderos ojos de los dragones. Superar el miedo que llevamos dentro, ir hasta más allá de la tierra conocida, recomponerse por dentro, hacerse adulto, no volver a temer cerrar los ojos en la oscuridad ni pisar el territorio en el que nos advirtieron que podríamos correr peligro, no sentirse intimidado, no temer violar las leyes de los demás, atreverse a entrar en las casas ajenas, en los pueblos lejanos, osar abrirse paso entre una multitud con la que creías que resultaría imposible entenderse, todo eso es el viaje. Y del viaje regresarás con apenas tres manzanas de oro, la fruta más sencilla, tanto que es necesario cubrirla de una capa de metal precioso para considerarla una golosina. Esa capa dorada es la memoria del viaje. Porque sucede que, a la hora de la verdad, no existe otro viaje que no sea a las Hespérides. Si a lo largo del tiempo que has pasado lejos del hogar no sentiste que te suponía un esfuerzo, el esfuerzo de afrontar algo a lo que uno teme, el viaje, es que en realidad no has salido de la cocina de tu casa.
Si bien es cierto que todo viaje existe para que exista Ítaca, ese lugar que para Thoreau era Concord y para un peregrino su aldea y los leños que arden en la chimenea, tras cumplir el rezo en Roma o completar la vuelta al monte Kailas, todos ellos han superado su anterior frontera para ver las Hespérides y darse cuenta de que el dragón es un ser con escamas que uno puede atravesar con la espada de la fantasía. Esta Tierra sigue colmada de sitios en “la raya de lo insólito, lo verídico y lo mitológico”, nos dice Luis Pancorbo (Burgos, 1946), advirtiéndonos que todo queda a merced del viejo espíritu del viajero. Para él no se trata de coleccionar postales, como hace tanta gente, sobre todo desde que se pueden disparar quinientas fotografías en una sola tarde. De ahí este Mapamundi particular que ahora nos ofrece en quinientas páginas y por orden alfabético. Si bien lo esencial de esta selección de lugares es ese afán de Pancorbo de eliminar de su aura y de los coloquios en los que pueda participar el “ellos”, para sustituirlo por un “vosotros”. Siempre resultará más sencillo querer a la gente que uno conoce, y ese amor se conquista viajando. No importa el nombre que lleven las Hespérides seleccionadas, desde la Aaranes sueca a Zuyderzee en los Países Bajos, dos lugares unidos por la brega del hombre en la colonización del agua, lo que importa es que los lugares están habitados. Ni siquiera importa que no se hayan visitado posando un pie sobre el lugar, sino que haya sido imprescindible la imaginación, esa herramienta tan generosa cuando de geografía se trata. Porque los lugares que Pancorbo selecciona no están únicamente en función de su experiencia, sino también de la experiencia de los demás, de los ellos que para él son, o somos, vosotros. La mitología está llena de Hespérides, de dragones, y de hombres que salieron a buscar el Dorado pero que al final del viaje, por muy inhóspito, mítico o verídico que fuera el viaje, regresaron con apenas tres manzanas: la primera siempre quiere uno guardarla para sí, y es esa la que pasa a formar parte de la memoria; la segunda, no quepa duda, será el regalo que entregaremos a los seres más próximos y contendrá los más cuidados de nuestros secretos; y la tercera pasará a formar parte del conocimiento colectivo, es la manzana que contiene lo que narraremos en las tertulias o, si uno dispone de tiempo y algo de talento para expresarlo de una u otra forma narrativa, podrá transformarla por ejemplo en un libro. Este Mapamundi de lugares insólitos, míticos y verídicos recupera cincuenta años de Luis Pancorbo recogiendo manzanas de oro en las Hespérides de todos los continentes.
Fuente:
https://tanaltoelsilencio.blogspot.com.es/2018/02/mapamundi-de-lugares-insolitos-miticos.html