Thomas S. Kuhn
Cincinnati (Estados Unidos), 1922. Realizó su formación académica en la Universidad de Harvard, donde se licenció en Física, obteniendo en 1949 el doctorado en Humanidades. Ha sido profesor en las universidades de Berkeley, Princeton y Harvard, y desde 1979 trabaja en el Instituto de tecnología de Massachusetts. Probablemente La estructura de las revoluciones científicas de Thomas S. Kuhn sea el libro más importante y polémico en su género aparecido en los últimos treinta años. Editado en 1962, desde entonces encendió los debates entre filósofos, lógicos e historiadores de la ciencia. Es que la tesis sustantiva de Kuhn apuntaba claramente al corazón del positivismo anidado en la epistemología tradicional o clásica (más allá de Popper), creyó siempre ver en el desarrollo de las ciencias un progreso ininterrumpido, que podemos denominar ¨por acumulación¨. Acumulación de conocimientos - construcción ¨ ladrillo a ladrillo, nos dice Kuhn - se produce en los períodos tranquilos de la ciencia ¨normal¨, cuando los grandes conceptos rectores, la visión de la comunidad científica acerca del mundo natural, están sólidamente instalados, bajo el paraguas de uno o varios ¨paradigmas¨. Es entonces cuando los científicos exploran las anomalías, los puntos oscuros que las teorías no han podido resolver aún, y de cuya resolución depende el ¨progreso científico¨. Para esa labor, el paradigma científico provee de una suerte de protección, el marco conceptual y epistemológico en el que se discute la problemática; pues naturalmente hay muchas cosas para ser resueltas por la labor y el esfuerzo cotidiano de físicos o biólogos. Son esos ¨enigmas¨que la ciencia normal transforma en el objeto de su esfuerzo regular los que pueden calificarse de ¨anomalías¨del paradigma aceptado, ya que ningún paradigma resuelve el conjunto de cuestiones, sino que provee de las herramientas, las técnicas y las reglas (incluidas, naturalmente, las leyes) que permitirán la extensión continua del conocimiento.