Intuición, imaginación y capacidad creadora son características compartidas de quienes se dedican a la química y la cocina; ambos profesionales se apoyan en el trabajo y los hallazgos de las personas que han sabido disfrutar y compartir el gozo de su actividad. Si bien el diario disfrute de la cocina es incuestionable, cabe preguntarse por qué la química ha despertado tan poco interés y entusiasmo entre los jóvenes. Córdova Frunz considera aquí que una de las posibles causas sea el enfoque con el que se aborda su enseñanza, la falta de ejemplos de su aplicación en la vida diaria. Una de esas aplicaciones se da precisamente en la cocina, donde de hecho tuvieron lugar las primeras reacciones químicas, cuando el hombre asó, frió, filtró o mezcló todo tipo de ingredientes, al punto de dominar de manera empírica operaciones bioquímicas, como la fermentación, entre otras. Córdova Frunz nos demuestra que la cocina es un complejo laboratorio donde cotidianamente se llevan a cabo todo tipo de procesos químicos, desde los más elementales hasta los más sofisticados. Un libro que con claridad, precisión y gracia pone sobre la mesa el hecho indubitable de que el saber a menudo se alía al más rico y saludable sabor. El libro pretende llevar al lector del asombro a la reflexión. Asombro de lo cotidiano e inmediato, reflexión sobre fenómenos aparentemente desconectados. Solo habiendo interés y entusiasmo, solo sintiendo la necesidad del conocimiento, podrán desarrollarse actitudes científicas.
Prólogo 9 I. De compras 13 II. Antes de la comida 49 III. En la mesa 81 IV. La sobremesa 116 V. Levantando el tiradero 129 VI. Conclusiones 148 Bibliografía 150
Colección: La ciencia para todos
Formato: 13,5 x 21 cm., 154 pp.
Primera edición: 1990
Última edición: 2013