Hasta hace poco tiempo, la Revolución mexicana fue explicada como un movimiento agrario, con Emiliano Zapata, líder de los campesinos de Morelos, como su figura más representativa. No obstante, esta explicación deja muchas cuestiones sin resolver. No toma en cuenta la significativa diferencia entre las dos regiones en pugna, así como entre sus objetivos sociales. No explica por qué el reparto de los grandes Estados y la distribución efectiva de la tierra fueron aplazados hasta los años treinta, casi dos décadas después del cierre de las hostilidades. Este libro consta de estudios específicos y de perspectivas de conjunto, cada cual basado en investigaciones recientes que siguen la trayectoria de algunos caudillos, los unos conservadores, los otros progresistas, a fin de analizar los medios por los que primero se hicieron de poder y, una vez dueños de él, lo opusieron al Estado. Algunos de los caudillos revolucionarios fueron dueños del poder y opuestos al Estado. El historiador David Brading nos brinda en este libro sus estudios y sus perspectivas, los cuales analizan la trayectoria de estos personajes conservadores y progresistas.La conclusión primordial es que, en primer término, la Revolución mexicana fue una guerra de sucesión librada entre los Estados fronterizos del norte y el ejército federal aliado con la burocracia. Los constitucionalistas, sin embargo, para obtener el triunfo, debieron movilizar a la población del campo y entablar alianzas con los caudillos populares. Por regla general los líderes del norte confiscaron algunas haciendas para financiar sus campañas, recompensar a sus partidarios militares y, en ocasiones, desarrollar la agricultura mercantil.read
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Colección: Historia
Formato: 15,5 x 23 cm., 336 pp.
Primera edición: 1985
Última edición: 1985