En el transcurso de estas páginas, los actos, el espíritu y las obras del novelista francés recobran las tres dimensiones de la vida. En flexible secuencia de tiempo y espacio comparecen los rígidos años escolares, las bibliotecas que devoraba y su curiosidad insaciable; sus aspiraciones de juventud, su primer amor y sus inicios literarios; así como el descubrimiento y el deseo incesante e insaciable de las mujeres. A través de su biografía comprendemos que la existencia, el carácter y el estilo vital del escritor son inseparables de su obra. Así como Flaubert afirmó que Emma Bovary era él mismo -nos dice Torres Bodet-, Honorato de Balzac era él, él solo, en todos sus personajes: impetuoso, vibrante, duro y, a la vez, ardiente, efusivo, conmovedor.
“Un hombre que, como Balzac, creía en el poder de la voluntad, tenía la obligación de vencer al destino con la firmeza de su carácter. ¿Qué había deseado a partir de la adolescencia? ¿Ser un poeta? ¿Ser un autor dramático? ¿Ser un novelista de mérito? Sí, todo eso lo había deseado Balzac. Pero no para ser poeta exclusivamente, ni para realizarse exclusivamente merced al teatro, ni siquiera para escribir exclusivamente novelas que le gustasen, sino solo y constantemente para triunfar; para imponer respeto a los envidiosos, para gastar a manos llenas el dinero que sus éxitos le darían, para poseer a las duquesas y a las marquesas que le ofendían con solo verle desde la altura de sus carruajes, al pasar él a pie por las calles de una ciudad donde el anónimo transeúnte se siente tan solitario como suelen estarlo los reyes en el fondo de sus castillos […]. Balzac debía cumplirse a sí mismo una promesa solemne, la que hizo a su hermana Laura en el fervor de la pubertad: ser un gran hombre”.
Colección: Breviarios
Formato: 11 x 17 cm., 237 pp.
Primera edición: 1959
Última edición: 1959