A partir del siglo xviii imperan dos perspectivas pedagógicas contrapuestas. En la primera se le enseña al niño desde el exterior, se le dirige, se le instruye. En la otra, es el propio alumno quien lleva en sí mismo los medios que le permiten lograr su desarrollo. En ambos casos, la educación es la transformación del individuo orientada hacia determinadas finalidades. Sin embargo, este juego de contraposición no conduce sino a la parálisis de una renovación pedagógica cada vez más necesaria.
Pedagogías del conocimiento se divide en tres partes. La primera se refiere a la heteroestructuración, está consagrada al análisis de los métodos que tienden a la (trans)formación del alumno con base “en la acción preponderante de un agente exterior y en la primacía del objeto estudiado”. La segunda, de autoestructuración, reagrupa los sistemas —métodos de descubrimiento o invención— que tienden a ayudar al alumno a (trans)formarse sobre la base de su propia acción y con la primacía del sujeto. Finalmente, la tercera incursión más en el campo de la psicología.
Colección: Educación y pedagogía
Formato: 16 x 23 cm., 496 pp.
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