La primera parte de 'La experiencia burguesa. De Victoria a Freud', compila las principales ideas, las conductas familiares y sociales y los cambios intelectuales, políticos y religiosos registrados durante gran parte del siglo XIX y las primeras décadas del XX, época en que vivió y tuvo mayor influencia Sigmund Freud. Peter Gay indica que desde los pensadores de la década del 1830 hasta ochenta años después, con Sigmund Freud, los críticos sociales consideraron a los Estados Unidos como la máxima expresión de la sociedad burguesa, es decir, como prototipo de la clase media hacia la cual parecían dirigirse irremediablemente las sociedades europeas.
Mediante el rescate de las tesis freudianas, Gay enfoca su obra al análisis de los fundamentos de la experiencia humana: al amor, la agresión o el conflicto, la vida sexual burguesa y las formas en que se manifiestan los instintos libidinales bajo la presión de imperativos morales. Pero al reconocer la influencia de Freud en sus propias teorías y al situar sus hipótesis en la llamada época victoriana, cuyas costumbres y críticas sociales eran austeras y rígidas si se quería ser considerado 'gente bien', el autor aclara que la reina Victoria no era victoriana y que Freud no era freudiano, sino que su mito fue configurado por los hombres de su época y de las siguientes, ya que la cultura burguesa de mediados del siglo XIX era totalmente distinta a la que existía en la década de 1890. Esta obra no sólo tiene interés en cuanto a la exposición del costumbrismo erótico-social de gran parte del siglo XIX y las primeras décadas del XX, sino que es una auténtica compilación del pensamiento filosófico de grandes autores de esa etapa histórica.
En la segunda parte de su obra, Pete Gay postula que en el siglo XIX la experiencia burguesa del amor era estilizada, pero también espontánea. Utilizando un amplio acervo de datos, citas, textos y ensayos de autores del siglo pasado y, por supuesto, considerando fundamentalmente lo expresado por Freud, el autor advierte que las clases medias de las décadas victorianas y freudianas no inventaron sus ideales eróticos ni su conducta sexual dominante, porque la sensualidad, la angustia y la autodefensa siempre han existido. Por lo tanto, sería posible identificar al burgués del siglo pasado con los griegos antiguos o con los obreros contemporáneos.
Sin embargo, el burgués manifestó en su momento ciertas particularidades para amar u odiar que le fueron propias, como su deseo de intimidad, la pretensión de regenerar a las prostitutas, el redescubrimiento de perversiones sexuales, los disfraces y disimulos imaginativos para la sensualidad o las calumnias dirigidas al sexo femenino que, curiosamente, se concilian con el reconocimiento de sus capacidades.
Por otra parte, el estilo de amar del burgués se revela en las actitudes más generales que identificaban a la clase media, como son su oposición a las drásticas transformaciones de las condiciones políticas y económicas y su anhelo por sentir confianza, aun sin olvidar la angustia que le provocaban al burgués conductas imprudentes y poco oportunas. La exposición de temas en esta segunda parte de la obra de Peter Gay permite al estudioso de la psicología social o al lector ávido de conocimientos sociales e históricos del siglo XIX encontrar respuestas a sus inquietudes.women looking to cheat
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Colección: Historia
Formato: 15,5 x 23 cm., 480 y 447 pp.
Primera edición: 1992
Última edición: 1992