"-¿Y bien? Me seguiste. Tu sentido de la curiosidad pesa más que tu sentido de la precaución -el hombre hablaba en tono profundo y mesurado.
Scott finalmente recuperó el habla.
-Yo... yo no quería molestar.
-No te justifiques. Sin la curiosidad, es decir, sin el deseo de ver lo que hay del otro lado de la puerta, no habría ningún progreso. Puedes sentarte. Habrá preguntas."
"En el momento en que Scott abrió la puerta, sintió que no entraba a una sala de estudio sino a algo mucho más amplio. Sintió una brisa fresca. Esto era tan grato que avanzó sin pensar, y la puerta se cerró de golpe tras él. Sobresaltado, buscó a tientas el apagador. No había ninguno. De hecho, no había pared, ni puerta.
Parpadeando, Scott dio una vuelta completa. Estaba, según todas las apariencias, en una pradera, en la oscuridad. En el cielo colgaba una media luna. Por costumbre, trató de encontrar a Orión entre las estrellas, pero no pudo. Tampoco había rastro de Casiopea, ni de las Osas. Desconcertado, incluso un poco alarmado, dio otra vuelta. Sacudió la cabeza, aturdido. Tenía que haber alguna explicación. Tal vez había sufrido una laguna mental entre el instante en que entró a la sala y este momento. Pero eso no explicaba lo de las estrellas. El único modo de que fueran diferentes era si, de alguna forma, hubiera ido a parar al hemisferio sur. Algo muy improbable.
Traía puesta la misma ropa, y seguía cargando su mochila. Miró su reloj. Marcaba las 4:47; había llegado a la biblioteca cerca de las 4:30. Presionó el botón de la fecha: mayo 3. La misma fecha. Tenía que haber alguna explicación.
Entonces, vio la luz."why women cheat on their husbands
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Colección: A la orilla del viento (infantiles)
Formato: 15 x 19 cm., 204 pp.
Primera edición: 1994
Última edición: 1994