"Como todo poeta contemporáneo, Piedad Bonnett ha escrito varias poéticas, pero su mirada, a contracorriente de la costumbre, no se ha centrado en la reflexión del propio trabajo sino se ha desplazado hacia ella misma, a su condición de poeta. Ella se mira como alguien que no tiene otra salida que practicar el intercambio de dolor con palabras. Poeta, parece decirnos, es aquel que irremisiblemente se resigna a ese duro comercio." José Watanabe (autor del prólogo) Según Piedad Bonnet, cuando el poeta muere "la poesía, que es inmortal, lo mira desde arriba,/ ciega de luz y ajena como una estrella antigua". ¿Preguntará la poesía qué hicimos con ella cuando nos visitaba? Piedad Bonnett, que tan sabiamente se mueve en el justo límite de su propuesta, que no va inútilmente más allá del material que desde un inicio aparece en su poderosa intuición poética como trabajable, que "no abusa del lector" encubriendo con artificios y manierismos ideas inconsistentes, que mantiene la transparencia de su palabra emocionada lejos de las estridencias, hace tiempo que tiene una respuesta. Dirá, junto con la gran poeta norteamericana Marianne Moore, que en la poesía encontró "un lugar para lo genuino".
La poesía de Piedad Bonnet: "Un lugar para lo genuino". Prólogo de José Watanabe II Tretas del débil (2004) 23 Todos los amantes son guerreros (1998) 73 Ese animal triste (1996) 99 El hilo de los días (1995) 121 Nadie en casa (1994) 143 De círculo y ceniza (1989) 163
Colección: Tierra firme
Formato: 13,5 x 21 cm., 183 pp.
Primera edición: 2008
Última edición: 2008