Fecha:
11/07/2016
La escritura de Andrés Sánchez Robayna (Las Palmas de Gran Canaria, 1952) tiene algo de multitud concretada en un solo hombre. Poesía, ensayo, traducción, diarios... Esta es una dispersión que viene motivada por el afán de mirar, de ponerle reflexión a lo que mira, por entender todo aquello que se ve y que no es exactamente la vida, sino un extracto de la vida.

En la poesía, Robayna tiene al silencio, a la concreción, al pensamiento que no anula emociones. En el ensayo es un sujeto insaciable que salta de la filosofía al arte y de la poesía a la música o al estudio de otros autores, estableciendo el perímetro de sus entusiasmos, de sus asombros, de sus certezas. En el diario, sin embargo, provoca una íntima apertura al exterior y entonces la vida suena de otro modo: a veces dura, a ratos llena de estímulos, otras conscientemente a solas, siempre atenta.

El último de los libros publicados hasta ahora por Robayna es la tercera entrega de su obra diarística, Mundo, año, hombre (2001-2007), publicado por Fondo de Cultura Económica. Esta del diario es una expedición que el poeta inició en 1996 con La inminencia y continuó en 2002 con Días y mitos. "Esta escritura es un combate contra el tiempo y a la vez una expresión del tiempo mismo. El diario es, diríamos, una inscripción del pensamiento en el tiempo y una pregunta, a veces dramática, sobre su significado", escribió en el prólogo a su primera entrega. Y esa percepción, esa sospecha se mantiene. "Es que el tiempo es una amenaza. Pero también sucede que mucha gente cree que el diario está asociado exclusivamente a intimidad. Quizá por esa expresión acuñada del diario íntimo, pero no tiene por qué ser necesariamente así. Hay una cita de Maurice Blanchot que expresa esto muy bien. Dice que el diario no es sólo intimidad y confesión sino sobre todo es memorial. Yo también lo creo".

En los seis años por los que cruzan estas páginas hay confesión, sí, pero hay más aún experiencia asumida. Emoción compartida. Biografía en marcha. Hay momentos en los que el autor mira hacia dentro o lanza un juicio de valor a modo de martillazo ("La mayor parte de la poesía española actual me parece una involuntaria parodia de poetas menores", escribe), pero la aventura buscada es otra: descifrar el mundo en el que el poeta se instala y descifrarse a la vez dentro de ese paisaje.

Las referencias a lecturas, a exposiciones, a viajes y paisajes, a poemas de otros, a encuentros de amistad, a acontecimientos culturales y algunas mezquindades van haciendo camino en el hombre, le dan contorno también, identidad y seña. Y principalmente permite saber más de los mecanismos estéticos de Andrés Sánchez Robayna. De sus obsesiones, de sus demonios, de sus entusiasmos. "En mi caso, el diario no es confesional sino que aspira a ser una herramienta de la memoria. Recupero experiencias pasadas mediante la palabra. Y esa dimensión es la que me interesa. El mío es un diario de escritor", apunta.

Y en este sentido no sólo es el escaparate de una existencia, sino en ocasiones la clave del porqué de su motor. Mucho de lo que sucede en el diario ya ocurrió, pero también pasa que son notas de algo que puede suceder en cualquier momento. Es el campo de gestación de poemas, de aforismos, de ensayos que aquí se apuntan y esperan algún día su desarrollo. "Todo lo que el diario toca lo convierte en material de sí mismo", apunta Robayna. "En la relación que se establece entre el yo y el mundo en estas páginas no creo que sea difícil ver cómo el mundo pesa en ocasiones más que el yo, más que el individuo que lo escribe".

¿Hay entonces algo de exorcismo? "En cierto modo sí, porque la experiencia de lo vivido adquiere tantas veces su pleno sentido cuando la escribes, cuando la interpretas. Y en ocasiones la escribes para liberarte de ella. Ahí hay exorcismo".

La salida de Mundo, año, hombre coincide con la antología que Visor presenta también de la obra poética de Andrés Sánchez Robayna, Al cúmulo de octubre (antología poética:1970-2015). Podrían ser los dos extremos de una escritura, pero en realidad son las vías fundidas de un mismo viaje en tren. El que impulsa las palabras.

http://www.elmundo.es/cultura/2016/07/11/57834fbc268e3e01448b45dd.html

Acerca del autor:
Antonio Lucas
El Mundo

Acerca del libro:
Mundo, año, hombre
Andrés Sánchez Robayna