Fecha:
16/11/2016
La fábula fue un género literario de muy larga tradición y muy extensa popularidad. Durante siglos y siglos se narraron y leyeron esas breves ficciones en que los animales parlantes protagonizan ejemplares encuentros de los que podía deducirse una cierta moraleja. En la literatura griega fue Esopo, tal vez un escritor real o el protagonista de una picaresca Vida escrita en el siglo v a.C., el fabulista por excelencia, el que dio su nombre a la colección canónica del género, ese repertorio traducido luego a todas las lenguas de Europa. El fundamento del apólogo estriba en un truco bien conocido: los animales actúan dotados de habla y razón; así que, de un modo esquemático, en sus conflictos se espejean los de los seres humanos. Las bestias del zoo esópico son como títeres de un tinglado dramático que refleja la lucha por la vida. Están los fuertes que oprimen a los más débiles, pero a la razón puede oponerse la astucia. En el juego el más listo gana, casi siempre. El león representa la fuerza; el zorro (o zorra, pues el español usa ambos géneros indistintamente) la astucia.
La primera parte de este libro trata de la fábula en general, de su historia, su estructura narrativa y sus ecos. La segunda parte trata de una fábula muy representativa y comenta sus múltiples versiones en diversas lenguas y épocas. Desde Esopo y Fedro hasta La Fontaine y Samaniego, el apólogo del astuto zorro y el vanidoso cuervo ha conocido estupendas versiones literarias. Aquí se analizan diez: tres antiguas, tres medievales y cuatro modernas. A través de esas variaciones y variantes se puede advertir claramente -como podría hacerse con un mito, por ejemplo- el juego creativo de la intertextualidad y la parodia. Es decir, cómo, al recontar y traducir la fábula, en épocas y contextos diversos, los escritores la recrean en nuevos estilos. Este es un ejemplo de literatura comparada, invitando a reflexionar sobre cómo la tradición renueva un viejo relato con nuevos tonos y colores.
PRÓLOGO
El género literario de las fábulas ha tenido una larga y muy prolífica tradición desde sus inicios, en la época arcaica griega, y hasta bien avanzado nuestro siglo XX. Esos breves relatos de aire alegórico protagonizados por animales parlantes encontraron su inventor y patriarca archifamoso en el fabulista Esopo, singular escritor del siglo VI a.C. -o tal vez un pintoresco personaje de ficción protagonista de un relato, la curiosísima Vida de Esopo escrita hacia esa época y que suele acompañar la edición de las fábulas esópicas-. Aunque antes, hacia el siglo VIII a.C., la primera fábula griega que conocemos -"El halcón y el ruiseñor"- se encuentra ya en Hesíodo, y si bien otros poetas líricos arcaicos griegos -como Arquíloco- introducían fábulas en sus poemas, Esopo es considerado el creador de la primera y paradigmática colección de fábulas. Conviene subrayar ese dato: al presentarse escritas y en el marco de colecciones se consigue que las fábulas se transmitan en Grecia como un género literario propio.
Está atestiguado que muchos siglos antes, en Mesopotamia y en Egipto, se compusieron breves relatos de aire fabulístico, en relación con textos gnómicos, y que ya hubo una tradición escrita y antes oral de historietas de bestias parlantes. Es bien conocido que también en la antigua India encontramos textos de corte fabulístico -como los recogidos en el Panchatantra (s. V a.C.) y, mucho más tarde, en el Hitopadesa (s. XII d.C.)-. Pero no está claro que esas fábulas hayan influido directamente en las esópicas, y tampoco nos interesa ahora esa posible transmisión, tal vez oral.
http://www.elboomeran.com/obra/3474/el-zorro-y-el-cuervo/
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