Fecha:
01/09/2017
Novela secuencial del narrador mexicano Eduardo Rojas Rebolledo. Un autor que descompone, desestructura su historia, para que sea el lector quien la recomponga, el que haga de ella un conjunto definitivamente articulado. Con lenguaje tan latino que en él caben incluso galleguismos, aunque desde una base o sofrito de procedencia americana (como el cierto realismo mágico que impregna la novela) que no desmiente los orígenes de Rojas Rebolledo, este se recrea en flora y fauna. Y lo hace con exuberancia eficaz, de manera que chivas o caracoles se integran en el relato, haciendo que la mujer-ladrillo de la historia –tan thick as a brick, como en Jethro Tull– parezca venir de un bestiario tan opulento como lo que aquí se nos cuenta. Con aires a lo García Márquez, en el colorido bullicioso y en la sustancia metafórica, pero con toques de Juan Rulfo, en cuanto a la sabiduría a la hora de no terminar de desvelar el misterio. Lo que no deja de agradecerse. ¡Qué molesta la manía de dejar todo cosido o embutido! Al contrario, Eduardo Rojas Rebolledo consiente que todo quede tan abierto como la lluvia que clausura las acciones (mejor que la acción) de su novela: “Hoy tampoco va a llover”. La acción deconstruida. Como la tortilla aquella de Adriá.