Fecha:
26/09/2017
Del psicoanálisis puede decirse con cierta facilidad sólo lo que no es. No es una “técnica”, aunque suponga un modo de encuentro clínico. No es una “teoría”, aunque no cese de construirla, no se instala en el “furor sanandi”, aunque asiste a quien precisa una cura.
No es… no es… ¿Qué es?
Si acudimos al diccionario de la Real Academia Española vemos sólo una pobre acepción: “Doctrina y método creados por Sigmund Freud, médico austriaco, para investigar y tratar los trastornos mentales mediante el análisis de los conflictos inconscientes”. Hubiera sido mejor no haber dicho nada. Hasta se distorsiona la Historia, pues si es cierto que Freud desarrolló su actividad en Austria, no lo es menos que fue judío en una época, la de su vejez, en la que eso no era nada bien visto en su país.
Pero esa dificultad de definición del psicoanálisis no resulta de que estemos ante algo esotérico, sino que es inherente a la complejidad que supone ser humano, al hecho de ser en el mundo, de ser con otros, de ser dicho, traspasado por el lenguaje.
En realidad, sólo los psicoanalistas, a su vez psicoanalizados, pueden hablar de lo que supone el psicoanálisis desde el punto de vista clínico y de su importancia cultural, pues fenómeno cultural es, con una historia que se inicia en Freud, el gran revolucionario que nos mostró nuestro extrañamiento radical, la importancia de lo que desconocemos de nosotros mismos por próximo, por insistente que sea en nuestra vida.
Muchos tomaron fuego de la antorcha freudiana, una antorcha que quema las manos, que es difícil sostener y, sobre todo, alimentar. De todos ellos, una persona es considerada ampliamente como especialmente relevante. Se trata de Jacques Lacan. Su enseñanza ha sido seguida y desarrollada, lo es también hoy en día, por numerosos psicoanalistas, que no se limitan al encuentro clínico sino que también hablan de él, entre sí, en un lenguaje que puede percibirse como difícil desde fuera, pero todo lenguaje acaba siendo difícil si es riguroso. Lo es el matemático, lo es el físico, lo es el de cada área del saber que se precie. Y el psicoanálisis tiene que ver con eso, con un saber, quizá el más importante, al que nada humano le es ajeno en absoluto.
No cabe la vulgarización, una divulgación imposible. Pero sí es factible un esfuerzo de transmisión y eso es lo que han hecho todos los psicoanalistas lacanianos que han contribuido a una excelente compilación realizada bajo la batuta de Gustavo Dessal y Miriam Chorne. Sin pérdida alguna de rigor, su esfuerzo ofrece un libro que es sencillamente interesante, algo que sólo de pocos se puede decir.
La compilación, ofrecida como un texto cuya lectura es difícil pero apasionante, marca un hito en la aproximación de todo un mundo, como es el psicoanálisis, al lector ilustrado, inquieto, buscador. Da respuesta a una curiosidad que no se permite la asfixia de la rapidez que pretende una síntesis banal.
Su título incluye el nombre del maestro de tantos, Jacques Lacan. Y el subtítulo apunta a la pretensión esencial, desde esa gran referencia: “El psicoanálisis y su aporte a la cultura contemporánea”. De eso se trata; de mostrar la extraordinaria influencia que el psicoanálisis tiene y, sobre todo, puede tener, en la cultura actual y futura.
Resumir un libro así equivaldría a amputarlo. Reseñarlo parece tarea imposible. Darlo a conocer es un mínimo y necesario gesto de gratitud a quienes lo han construido.
Fuente:
https://javierpeteirocartelle.blogspot.com.es/2017/09/psicoanalisis-resena-imposible-de-un.html