Fecha:
01/02/2019
Afronté la lectura de este ensayo, publicado por la editorial del Fondo de Cultura Económica de España, con curiosidad y especial atención por su interesante temática, encauzada a analizar con profundidad las relaciones fronterizas entre España y Portugal, tanto en la Península como en los territorios de las Américas. Tamar Herzog es historiadora, jurista y profesora en la Universidad de Harvard especializada en historia latinoamericana y española. Divide el ensayo en dos grandes apartados. Por un lado, la situación territorial y fronteriza en las Américas, como territorio en disputa entre ambas coronas, y por otro, la construcción de las fronteras de España y Portugal en la Península Ibérica. La autora analiza los agentes, las circunstancias y los fines e intereses que definieron las fronteras entre ambos países. Subraya la espontaneidad de muchos de los actos que en un principio definieron las fronteras, más premeditados en la Península que en las tierras del Nuevo Mundo. La posesión promovió el afán por controlar el territorio fronterizo y los individuos que se movían en él, provocando con el tiempo conflictos y discrepancias que resolver. Mientras que en la Península las fronteras fueron un subproducto de la Reconquista, en América los tratados pretendieron definirlas de facto a lo largo de los siglos. En sus páginas se pone de relieve que la Unión de las Coronas (1580-1640) complicó la situación fronteriza entre ambos países, tanto durante este periodo, por la difícil asimilación de unos y otros, como tras su finalización, por la complejidad sobrevenida por conocer qué territorio había ganado para sí cada reino. La primera mitad del libro, dedicada a las fronteras en América, se divide a su vez en dos grandes capítulos. El primero afronta el traslado al Nuevo Mundo de la política de bulas, tratados, posesión y vasallaje europeos. El segundo aborda la relación entre europeos y nativos americanos, basada en la conversión, sumisión y derechos sobre la tierra. Resulta muy interesante la aportación de los misioneros a la posesión territorial y su relación con los indígenas, clave en el desarrollo administrativo, político e incluso militar ante la definición territorial en América. En la segunda mitad del ensayo, dedicada a la construcción fronteriza en la península Ibérica, las directrices son más claras. Hay que tener en cuenta que, desde 1297, la frontera entre ambos territorios conforma la línea fronteriza más longeva de Europa, sobre la que se definirá, con el transcurso de los años, la separación entre ambos reinos peninsulares. Herzog denomina el punto de partida de este desarrollo territorial como un gran multicoloquio de interesados, basado en la posesión inmemorial, por la que comunidades e individuos definieron y defendieron su asentamiento en la frontera peninsular. Obviamente esto conllevó un importante aporte de derechos y privilegios, documentados en archivos y desarrollados a partir de la posesión. Por último, este gran capítulo se ve referenciado por dos casos prácticos localizados en la frontera andaluza y gallega, mediante los que se explica el desarrollo de la defensa de estas posesiones y sus derechos apropiados. Nos encontramos ante un muy interesante y desarrollado ensayo que ahonda con detalle en la explicación de las complejas y densas características que llevaron a la formación y transformación de las fronteras históricas entre Portugal y España.