Fecha:
01/02/2023
El momento de hegemonía imperial española, entre 1560 y 1630, obedece, según el historiador José Javier Ruiz Ibáñez (Yecla, 1968) al hecho de que en múltiples territorios se produce una convergencia. «Un círculo virtuoso» en el cual todo el mundo reclama que intervenga el rey de España, explica este especialista en historia política en la temprana Edad Moderna y en la proyección de la Monarquía Hispánica más allá de sus fronteras, autor de más de 20 libros de investigación. Pero, entre 1580 y 1600 se da no solo el poder más fuerte, sino que España tiene posibilidad de incorporar otros territorios.
«Hay pensadores franceses extremadamente radicales que dicen que Felipe II puede ser perfectamente rey de Francia si lo pide el pueblo. Los movimientos políticos más extremos se alían con el rey de España y esas contradicciones generan frustraciones y conflictos, y hay que estudiarlas para empezar a comprender cómo funciona la hegemonía imperial, que no es la historia de ‘los’ ingleses contra ‘los’ españoles». Esa convergencia de demandas de la monarquía, según el profesor en la Universidad de Murcia, miembro de la Academia Mexicana de la Historia y fundador y coordinador general de Red Columnaria desde 2004, nos da una visión distinta: «No pensemos que la historia de la monarquía española es la historia de la nación española desde los neandertales hasta ahora. Intervienen muchos más actores, hay muchos más protagonistas y no solo son los reyes, también son las mujeres devotas y las prostitutas que están con los soldados españoles, porque hay que estudiarlas a todas. La mayor influencia de la cultura española va a ser a través de mujeres, desde Japón hasta Francia. Es un mundo historiográfico fascinante, pero para llegar a eso son 17 años de trabajo. No podemos lograrlo sin saber lo que pasa en Túnez, en Grecia, en Francia o en las tierras de guaraníes».
Todo esto recoge el historiador yeclano en ‘Hispanofilia. Los tiempos de la hegemonía española’. Mil páginas en dos volúmenes, editados por Fondo de Cultura Económica de México, que condensan dos décadas de investigación sobre este periodo clave –finales del siglo XVI– en el que España se convirtió en el primer imperio global de la Historia. La presentación será este miércoles, a las 19:30 horas, en el Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia, en un acto en que el autor estará acompañado por Francisco Javier Guillamón, catedrático de Historia Moderna de la UMU, y Carmen Sanz Ayán, miembro de la Real Academia de la Historia y profesora de la Universidad Complutense de Madrid.
«De pronto, la monarquía española tiene muchas oportunidades, muchos espacios, y el problema es que tiene demasiados. Porque no puede responder a todas esas demandas, por lo que se producen procesos de frustración, de desencuentro, de conflicto, con todos esos aliados potenciales. La parte operativa del Ejército de Flandes son 25.000 soldados, muy bragados, eso sí. Pero con 25.000 soldados tienen que intentar decidir la guerra civil francesa [de hecho los españoles liberan París en 1590 y son recibidos como libertadores al grito de ‘Viva el rey de España’. Es el momento culmen de la hegemonía imperial española], conquistar y derrocar al gobierno de Isabel en Inglaterra, terminar la rebelión en los Países Bajos e intervenir en Alemania... Es físicamente imposible, y no hay dinero en el mundo». La hegemonía se construye no solo porque Felipe II sea muy poderoso y tenga muchos recursos, «que es una visión muy infantil», del siglo antepasado, del XIX. «Para entender la monarquía española tenemos que hacer una historia global de todos esos territorios. No es suficiente una historia iberocéntrica del mundo ibérico. Eso hace que los tunecinos también sean protagonistas, porque hay guerrillas pro Felipe II Marruecos y en Túnez en esos años 80 y 90. Para hacer la historia de España tenemos que hacer primero la historia de Birmania, la historia de Ceilán [en 1599 los españoles colocan una emperatriz católica y cingalesa en el Reino de Kandy] y la de muchos otros territorios...
–¿Por qué dura tan poco, en realidad, ese periodo de hegemonía?
–Son 20 años [entre 1580-1600]. ¿En cuanto tiempo se cayó la Unión Soviética? Imagina la tensión de aquello para los castellanos, que pagaban todo eso, y quedó arrasada la fiscalidad imperial. Después de 1600-1610 la hegemonía imperial es distinta. El rey de España es el rey más poderoso, pero ya no se considera que haya que tener un rey de España en Inglaterra. La hegemonía no solo es tu fuerza y la debilidad de los vecinos, sino que los demás piensen que tu fuerza es ilimitada. Y eso es una construcción subjetiva, no fue una realidad, es un espejismo, en el sentido literal, porque te ves en un espejo deformado y empiezas a calcular que eso puede funcionar.
–Recurre a la metáfora del nudo temporal: muchos hilos que convergen en un momento y luego se vuelven a dispersar.
–Trabajaba mucha gente, pero no de forma coordinada. La monarquía pensaba que iban a servirle, y ellos pensaban que iban a servirse de la monarquía. Ves que la historia no se construye desde un único punto de vista, sino desde la negociación de múltiples puntos de vista contradictorios. Cada uno tiene sus intereses y cada uno intenta utilizar a los demás, como la canción de Eurythmics. Pero para entender eso hay que entender a cada uno de los actores.
–¿Con qué discursos suele encontrarse fuera de España?
–En todos los países sigue potente el discurso nacional de la historia. Pero en el mundo académico es muy difícil sostener eso. La cuestión es saber qué estamos discutiendo. Nunca vamos a conocer las cosas de forma completa, y mi punto de vista no anula otros. Pero me parece sorprendente que esto no lo haya planteado nadie hasta ahora: que la hegemonía se construye porque todo el mundo te llama, como la de Estados Unidos o la Unión Soviética. Para entender la monarquía española hay que entender también su contexto. Pero mantener una hegemonía es muy caro, porque son gastos en principio no productivos. Piensa en la Unión Soviética, que tiene que mantener una estructura militar que acaba desecando su economía. Todo imperio militar acaba cayendo. Pero si Estados Unidos no interviene en 1944 en Europa, ¿quién para Auschwitz?
–¿Qué pueden aportar los historiadores de hoy a esa visión de España como potencia global?
–Muchas cosas. Los historiadores mostramos que el mundo es muy complejo. Que no vale decir que un punto de vista lo explica todo. Que no vale decir que mi ideología me sirve para explicarlo absolutamente todo, y da igual que sea de la zurda o de la diestra. Y que mi punto de vista es el único válido. La gente que luchó en sus guerras civiles en el siglo XVI, ya fueran los musulmanes apoyados por Felipe II, o fueran protestantes, ellos luchaban legitimamente, pensaban que luchaban por lo que era justo. Para comprender el pasado hay que entender que cada persona actúa de forma honesta, y eso nos lo enseña un libro como este, que asume que todos son protagonistas de la historia, y no solo los que nos caen simpáticos. Ya está bien de meter la moral con la ciencia. ¡Ya está bien! Quizás es un recordatorio potente hacia el presente, porque en el presente actúa mucha gente y no vale un punto de vista homogénero de las cosas.
–Intuyo que le ha gustado tanto la investigación como la docencia.
–Yo soy un investigadore, que da clases. La docencia es mi trabajo, lo hago lo mejor que puedo, pero no puedo negar que la investigación es lo que más me gusta, el archivo y los papeles viejos me encantan. Me gusta conocer los lugares y ver que el sol que amanece al norte de Francia es el mismo sol que amanece en Sicilia, pero de un ángulo distinto.
–¿A quién está agradecido?
–A la Universidad de Murcia, que es mi casa académica, y que me permite trabajar en lo que me gusta. Y dado que me paga el Estado español, es decir, los 46 millones de ciudadanos españoles, tendré que hacerlo lo mejor posible. Y es un placer también.
–El catálogo del Fondo de Cultura Económica, una institución muy valorada en el mundo, dirigida por Paco Ignacio Taibo II, incluye a otros autores murcianos, comos nos recuerda Manuel Lazcano, responsable de FCE España, en la Feria del Libro de Murcia.
–Está también el libro de Ana Díaz Serrano, a punto de salir, una comparación entre Murcia y Tlaxcala en el siglo XVI, una tesis convertida en libro, muy interesante. Está el libro de Victoria Sandoval Parra, sobre el sistema asistencial en la monarquía española, excelente. Ahora va a salir un libro sobre la representación en el arte de los exilios, que lidera Conchita de la Peña. Tenemos muy buena investigación en la Universidad de Murcia, tanto los grupos que trabajan en mi entorno como en los otros. Esto lo tienen que saber los contribuyentes: que el dinero que va a los historiadores se gasta muy bien.
Fuente: https://www.laverdad.es/culturas/libros/jose-javier-ruiz-20230201210125-nt.html