Fecha:
28/11/2016
Gerardo Deniz, seudónimo de Juan Almela, español exiliado en México durante la Guerra Civil, aprendió muchos idiomas (entre ellos, el ruso o el sánscrito), uno al año según sus amigos, para no dejarse dominar por ninguno. Porque ya está bien de dictaduras, deduce uno de este entusiasmo multiverbal. Por eso su poesía habla y deshabla al mismo tiempo: al sentido le añade un sinsentido, demasiado inteligible todavía, una tachadura. En eso reproduce una de las características de la dicción popular, que con frecuencia desobedece las ordenanzas de la policía gramática o sintáctica o denotativa para no perder el contacto cuerpo a cuerpo con lo real inmediato. Es ahí, en esa fractura donde los conceptos quedan subordinados a las cosas y no al revés, donde alcanza sus mayores logros. Gorjeos, aleteos, degluciones, chisporroteos, expulsiones: ¡la felicidad de existir!