Fecha:
02/11/2015
Miriam Reyes es la cocinera de esta antología (condiciones para entrar en el canon de lo que hierve: tener al menos tres libros publicados) de quince poetas gallegos en edición bilingüe de edades que van desde la mitad del siglo pasado hasta los años de esa eclosión que en Madrid llamamos la Movida y dejó en apéndice la creación viguesa de los 80 con nombres centrales como los de Golpes Bajos u Os Resentidos. Para demostrar que nada de periférico y mucho de esencial tienen estos escritores, a la breve semblanza se acompaña una selección de poemas de poetas como Xosé María Álvarez Cáccamo en su retorno a la infancia. El Premio de la Crítica Española, uno más si revisan el listado de los compilados, todos ellos multi reconocidos por la crítica, arroja al lector imágenes poderosas como esas palomas que se golpean entre las grietas de una casa poblada por la ausencia de quien regresó a la "aldea transparente': Sus versos de "olas hirviendo" cargan la tragedia de esas madres "frente a los muros del mar" por oposición a los lagos plácidos de la niñez, siempre en la tierra adentro, siempre en la caricia familiar sabia que permite acercarse al abismo de luz en plenitud de vida y de locura donde galopan los caballos la tierra batida.

Chus Pato se torna dubitativa en todas las vertientes, reflexionando sobre el lenguaje mediante personajes históricamente ficcionales en los que ensarta los cuerpos, la prolongación de la especie y su nominalidad para hablar de los lugares que son origen y ruina en esas sociedades abandonadas del capitalismo extremo sobre las que se yergue la historia. Mitos imposibles de niñas que piensan en el pasado de la animalidad perdida, divinidades tras las puertas azules de Isthar.

Pilar Pallarés, en cambio, canta a los tambores de la sangre, ansiosa de ser devorada por el cuerpo odiado al que se circunda en su ardiente silencio y se contempla desde dentro, desposeída para ser recobrada. Otra es la conversación de Manuel Rivas, que en esa instancia de ausencias que no son tales nos detiene ante la mujer de uñas escarlata y nos muestra el último pueblo del que salen autobuses a RasAI- Khaimah, parajes desde los que la luna está al alcance de la mano.

Ebullición, sí, y si no, lean a Antón Lopo, que envuelve al lector en las aguas de una escena de placer primigenio sin preguntas venido en celebración pansexual, mucho antes de las modas de Internet.

Un brillo amatorio a través del que se transparente el hálito de la soledad y la muerte, sombras de esa alegría que se perderá aunque haga reír a un Dios que mira para otro lado.Raíces convertidas en lenguajes conscientes de afilar el instrumento con el que construye "un estuche para el miedo todo bordado de sintagmas" en palabras de Yolanda Castaño, que engrasa las traducciones para gestionar el desastre de esta maldición bíblica que es la palabra.

Acerca del autor:
Alicia González
Revista LEER

Acerca del libro:
Punto de ebullición
Miriam Reyes