Fecha:
01/02/2022
Una de las mejores novelas históricas que he leído últimamente la acaba de firmar Fermín Goñi y publicar Fondo de Cultura Económica.
'Un día de guerra en Ayacucho' nos transporta mágica y realmente al virreinato del Perú, donde, en 1824 se iban a librar algunas batallas decisivas para el porvenir de la América hispana. Los realistas, por un lado, —esto es, el ejército español—, con el virrey La Serna al mando; enfrente, los patriotas peruanos y colombianos bajo el mando de los generales Simón Bolívar y Sucre.
Todo lo relativo al arte de aquella guerra entre romántica y clásica, a veces caballerosa, a menudo despiadada, los combates, escaramuzas, las armas y estrategias, el modo de atacar y defender de unos y de otros impregnará la novela desde su primer capítulo con un recio aroma militar, un perfume bélico tan agridulce como el sabor de esa abundante sangre, española, criolla, indígena, que caería a uno y otro lado de la cordillera de Los Andes, sin una paz que la detuviera, pues no era posible ya detener el curso de la historia.
Fermín Goñi, sin embargo, lo hace para nosotros, los lectores, con una enorme generosidad y precisión, reproduciendo con milimétrico rigor el rumbo de los ejércitos, sus grandes y míticos enfrentamientos —la batalla de Ayacucho, sobre todo—, pero sirviéndonos también en su cruda y fascinante realidad las escenas del vivac de los soldados, de los hospitales de campaña, el perfil de las rabonas o mujeres que acompañaban a la tropa, la categoría, gravedad y dolor de las heridas de pólvora, lanza o espada; así como las intrigas y traiciones de muchos mandos o de tantos simples soldados que vacilaron entre uno y otro bando, entre la lealtad a aquel lejano rey español que no tenía la menor intención de cruzar el Atlántico y el futuro de naciones independientes dispuestas a darse una constitución a imagen de los Estados Unidos o de la Francia republicana.
Una novela magnífica, que viene a cubrir un hueco y un período relativamente desconocido de nuestra historia, y que explica, con la belleza de las palabras, el dominio del ritmo y de la acción, por qué la América española dejó de serlo para alumbrar un mundo nuevo y diverso en el nombre de la libertad.
Fuente:
https://www.elperiodicodearagon.com/opinion/2022/02/01/ayacucho-62168765.html