Fecha:
31/10/2010
La ambientalista Annie Leonard -autora del libro La historia de las cosas- alerta sobre la catástrofe ambiental que genera tanto consumismo irracional y desaforado.
Había una vez un mundo en el que los objetos tenían trascendencia y valor, y por eso sus dueños los cuidaban mucho y deseaban que fueran perennes. Pero ese mundo no existe más.
Ahora las cosas se han convertido en chucherías: pueden ser muy lindas, pero son efímeras, porque mañana necesitamos comprar otras tantas cosas nuevas que reemplacen a las viejas, aunque -en realidad- las viejas no sean tan viejas y sigan sirviendo. Que nada dure no es casual. Los objetos, especialmente los tecnológicos, están diseñados para ir a la tumba del basurero más temprano que tarde. Esto provoca algo que ciertos economistas marxistas llamaban la "obsolescencia acelerada de los bienes de producción". Es decir, un ciclo perverso de extracción de materias primas, industrialización y contaminación; un círculo vicioso que Annie Leonard, una ambientalista de San Francisco, denuncia en su nuevo libro, La historia de las cosas, que ahora llega a la Argentina de la mano de la editorial Fondo de Cultura Económica.
¿Cuál es el costo ambiental de mi remera de algodón? ¿Cuál es el precio que el planeta tiene que pagar por mi champú? Estas son algunas de las preguntas que aborda la obra. Hablamos con la autora de los desafíos presentes y futuros, y sobre algunos cambios necesarios para vivir en un ambiente más sano.
- Una de las características del capitalismo es la necesidad de crecer sin fin. Cuanto más, mejor. ¿Cómo se sale de esta trampa?
- Esa es quizá la pregunta más importante de nuestro tiempo, porque va justo al corazón del asunto. Hay muchas maneras en las que podemos liberarnos de esta trampa. Una de ellas es tener una medida diferente de progreso. Ahora, los gobiernos solo miden el progreso cuantificando el dinero que cambia de manos. Es una medida defectuosa, porque abarca muchas cosas que no tienen nada que ver con el progreso: por ejemplo, un derrame de petróleo o la construcción de una nueva prisión. Se miden las cosas equivocadas. Y porque les prestamos atención a las cosas que medimos, estamos creando políticas que apoyan las cosas equivocadas. En vez de investigar cuánto dinero cambia de manos, deberíamos medir cuan saludables son nuestros niños, cuan limpia es el agua, si tenemos trabajos dignos y seguros... Esas son las cosas que realmente significan progreso.
- Parece que los gobiernos pueden aceptar la discusión de tener fuentes de energías renovables, pero ningún país que yo conozca promovería el consumo de menos cachivaches. ¿Por qué será así?
- Esto está conectado a la idea de poner en cuestión lo que hoy se entiende por crecimiento económico, porque se puede discutir sobre energías limpias sin cuestionar nuestro paradigma económico.
- No conozco ningún político que diga que necesitamos consumir menos. Ni siquiera los más progresistas...
- Es cierto. Pero la verdad es que alguna gente necesita menos cosas, y otra gente necesita más cosas. Cuando hablamos de consumo es importante decir que muchos de nosotros, como la gente de mi país, Estados Unidos, necesita menos cosas, porque consumimos mucho. Pero también hay mucha gente en el mundo que necesita más cosas para sobrevivir. Eso es inmoral.
- ¿Por qué piensa que la gente asocia las cosas al progreso?
- Por varias razones. Una, que nuestros gobiernos miden el progreso por PBI, pero también porque hay una gran comercialización de nuestras vidas. Estamos bombardeados constantemente con mensajes que nos dicen que si tenemos más cosas que sean lindas, mas nuevas, mejores, somos más felices. A veces me pregunto cómo sería el mundo si nos mandaran mensajes diciendo que estamos bien como estamos, que es mejor compartir que acumular.
- La industrialización nos alejo del ciclo de vida de las cosas. No sabemos cómo empiezan y como terminan. Denunciar este proceso es suficiente para transformar la cultura consumista?
- No. Es solo el primer paso, porque no podemos hablar de algo hasta que sabemos que existe. Luego, lo que debemos hacer es transformar esa conciencia en acción.
- ¿Quién es más responsable por el medio ambiente? ¿El consumidor o el fabricante? Creo que el fabricante tiene más responsabilidad porque sus decisiones tienen un impacto más grande. Por ejemplo, cuando yo voy a un negocio, puedo intentar hacer la mejor elección posible, pero las elecciones que yo puedo hacer están predeterminadas por fuerzas que están fuera de ese negocio: por el industrial y por el gobierno. Si querés provocar cambios no es cuando estás en un comercio. Por supuesto que podes comprar el producto ambientalmente más sano, pero las responsabilidades más grandes las tienen los que hacen los productos, decidiendo que químicos usan o si un producto debe estar diseñado para que se le pueda hacer un upgrade (mejora) o para ser reciclable. La gente que está a cargo del diseño de estos productos es la que tienen las decisiones.
- Y hablando de diseño, justo le iba a preguntar por mi iPod. A mí me encanta el mío, pero hace un año que me lo compré y ya parece un aparato obsoleto. Es frustrante. Pero, se puede producir la innovación si no es a través de la corta vida de los productos?
- El ejemplo del iPod es perfecto, porque la gente que los diseña es obviamente brillante. Los que trabajan en el diseño de aparatos electrónicos son genios en la innovación, pero el problema es que no se han fijado en el impacto en la salud y el medio ambiente de la misma manera que han mirado otras innovaciones. Los hacen más lindos, más rápidos, pero ¿por qué no les sacan los químicos tóxicos? Tendrían que usar esa capacidad genial de innovar para hacerlos más seguros para los trabajadores que los fabrican y para los consumidores, para hacerlos más durables. Si tu computadora o tu iPod se pueden mejorar, ¿por qué tenés que tirar los viejos modelos? ¿Por qué no se pueden abrir y cambiar las partes que es preciso cambiar? Nosotros los llamamos "diseños para tirar"; están diseñados para que sean difíciles de reparar y difíciles de reciclar.
- ¿La innovación fue mala para el medio ambiente?
- La innovación es mala para el medio ambiente si alienta a que la gente tire cosas que están en perfecto estado. Cuando el iPhone 4 salió, había millones de personas que tenían un iPhone 3 y que los tiraron solo para tener uno nuevo porque tiene más onda. Muchas veces la gente tira cosas porque hay importantes innovaciones. ¿Te acordás del teléfono que tenía el tamaño de un portafolio? Es maravilloso que lo hayan podido innovar. Pero muchas veces la innovación es solo cuestión de estilo. Están haciéndonos creer que la innovación equivale a status social. Eso me preocupa. Y cuando algo tiene una real innovación, ¿por qué tenemos que tirar todo el aparato viejo? Los iPods, las computadoras y los teléfonos son difíciles de reciclar porque tienen diferentes tipos de tornillos y de plástico. Si los fabricantes usaran los mismos materiales sería más fácil...
- Entonces, deberían cambiar el foco de la innovación para ser más amigables con el medio ambiente...
- Deberían hacer las dos cosas: innovar para un producto mejor, pero también innovar para hacer un producto más saludable, tanto para el planeta como para los que los fabrican. Muchos de los trabajadores que hacen estos productos están expuestos a contaminantes peligrosos y no está bien que haya gente que se enferme de cáncer para que podamos comprarnos teléfonos nuevos.
- Cuénteme como es un día en su vida. ¿Compra cosas? ¿Qué es lo que evita comprar? ¿Qué consume?
- Lo más importante que hago es compartir mucho. Soy amiga de mis vecinos y conozco a todos los de mi cuadra, así que compartimos las cosas. Compartir es una estrategia tan importante para luchar contra el consumo, porque cuando vivís en una sociedad individualista todo el mundo tiene que poseer lo que necesita, lo que provoca daño al medio ambiente y hace que nuestras casas estén llenas de cachivaches. Mi hija quería tomar lecciones de tenis y necesitaba una raqueta; en vez de comprarla, primero le pregunté a un vecino si tenía una.
- ¿Qué cosa no compra de ninguna manera?
- Evito plásticos hechos con PVC y cosas nuevas. Compro usado para no crear basura. También me gusta comprar cosas hechas o producidas localmente.
- En Estados Unidos finalmente tienen un presidente que entiende lo que es el calentamiento climático. Pero lo primero que hizo es reproducir la misma lógica de crecimiento y consumo. Si Estados Unidos no cambia, ¿cómo podemos esperar que cambie el mundo?
- Los Estados Unidos tienen que cambiar. Estamos fuera de escala: tenemos el 5% de la población mundial y consumimos el 30% de los recursos. Pero los otros países no deben esperar que cambiemos. Somos un mal ejemplo. No deben copiarnos. Conserven las cosas de sus culturas que son más saludables para el planeta y la economía.
- Su libro menciona varias veces la palabra "esperanza". ¿Pero tiene realmente esperanza?
- Si, y por un montón de razones. Entre ellas, en todos los lados a donde voy encuentro gente que quiere vivir de manera diferente. Ahora estamos usando globalmente un planeta y medio en término de recursos, cada año. No se puede seguir así indefinidamente. Tenemos que cambiar. La pregunta es cómo vamos a cambiar; no si vamos a cambiar. Y tenemos que cambiar todo. Desde la manera de ir al baño hasta lo que comprarnos... Si. Pero el cambio no significa miseria o volver a las cavernas. Si aprendemos a hacer las cosas con menos tóxicos, si aprendemos a compartirlas y a reducir la emisión de basura, podemos tener largas y felices vidas sostenibles.
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