Fecha:
11/07/2015

La «Vida» de Rubén Darío contada por él mismo no es una autobiografía al uso. Más que leerla, la oímos.

El semanario argentino Caras y Caretas encomendó a Rubén Darío en 1912 la redacción de unas memorias, tarea a la que el poeta nicaragüense se aplicó de inmediato, pues, como siempre, andaba escaso de dinero. La vida de Rubén Darío escrita por él mismo se publicó en diez entregas sucesivas de dicho semanario, entre el 21 de septiembre de 1912 y el 30 de noviembre del mismo año. Hace exactamente un siglo, en 1915, la Casa Editorial Maucci de Barcelona auspició la aparición de esa Vida en formato de libro. Tengo a la vista ahora esa primera edición, que perteneció otrora a Mariano Rodríguez de Rivas, Cronista Oficial de la Villa de Madrid. Es la que ha seguido al pie de la letra el profesor Francisco Fuster en su reedición de la obra, recién aparecida en la colección «Tierra Firme» del Fondo de Cultura Económica de España, respetando escrupulosamente el texto original. Ello significa corregir tan solo alguna que otra errata de imprenta y no enmendar la plana a Rubén Darío cuando, por ejemplo, emplea la supuesta expresión latina horrendo referens (página 45) en vez de la correcta horresco referens (Virgilio, Eneida, II, 204).

En un café de la época
Me parece un buen criterio ecdótico el adoptado por Francisco Fuster, pues así nos entrega la autobiografía rubeniana tal y como fue dictada por el poeta a un amanuense que le facilitó la revista Caras y Caretas, al objeto de asegurarse de que cumplía con su tarea, pues sabemos hasta qué punto era inconstante e imprevisible el bueno de Darío. Por más que esta Vida de Rubén Darío escrita por él mismo no fuera nunca concebida por su autor como un ejercicio memorialístico meditado, presenta un grado de fluidez tal y un desparpajo narrativo tan delicioso, que incluso llegamos a pensar que su origen oral beneficia al lector, quien, más que estar leyendo lo que dice Rubén de su asendereada existencia, se diría que está conversando con el autor de Azul en un café de la época, con una copa siempre llena de champán sobre la mesa de mármol, entre el murmullo sostenido de los parroquianos del local y las voces de los camareros reclamando en la barra las comandas.

Confesiones íntimas
Así de coloquial, de improvisado, de directo resulta el tono de Rubén Darío en su atropellada y sugerente autobiografía, tan ausente de fechas fidedignas como acribillada de hechos, personajes y datos históricos (lo explicaba muy bien Antonio Piedra en su edición de Mondadori, 1990). Un tono que cautiva y que, a la vez, demanda ulteriores lecturas para colmar lagunas biográficas, como las derivadas del pudor de Rubén al no entrar en detalles de carácter sentimental, cuando este tipo de confesiones íntimas constituye la sal de las autobiografías, y mucho más en el caso de Darío, de cuya poesía dijo, acertadamente, Pedro Salinas que estaba marcada por el signo de lo erótico, de comienzo hasta fin.
Acaso guardase silencio sobre los pormenores de este jaez porque pensaba que eran sus versos –el poeta suele experimentar una necesidad enfermiza de desnudarse en público– la fuente principal de su biografía amorosa, y no quería ser redundante.

LA VIDA DE RUBÉN DARÍO ESCRITA POR ÉL MISMO
RUBÉN DARÍO
Ed.: F. Fuster
Fondo de Cultura Económica,2015. 14 euros

 

Acerca del autor:
Luis Alberto de Cuenca
ABC Cultural

Acerca del libro:
La vida de Rubén Darío escrita por él mismo
Rubén Darío / Francisco Fuster (ed.)