Fecha:
15/02/2016
No era la sobriedad, dicho por él mismo, su principal virtud. Como tampoco la disciplina para sistematizar la construcción de una obra diplomática, periodística y literaria que trascendiera al tiempo, los cuarenta y nueve años que duró su existencia. Con todo, sin importar las desigualdades con las que lo hemos observado después, al nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) no puede regateársele el influjo marcado en la poesía en español.
Ahora que se cumplen cien años de su muerte. Darío permanece más que vivo. Ni los años ni los menosprecios lo borran de ese pensar colectivo que vuelve siempre a sus fuentes líricas. Soslayándonos de él mismo, que los inundados cuarenta ya escribía sin medir los excesos: “Como hombre, he vivido en los cotidiano; / como poeta, no he claudicado nunca, / pues siempre he tenido la eternidad”.
Nuestra imagen de Darío ha sido siempre la de un poeta consagrado en vida y posteridad, en demérito del prosista. Por lo que el rescate de La vida de Rubén Darío escrita por él mismo es una buena noticia para los lectores, más al coincidir con las actividades por su centenario. Un libro, conjunto de 66 textos breves y una posdata, aparecido cotidianamente entre septiembre y octubre de 1912 en un semanario argentino, antes incluido en forma íntegra en las inaccesibles Obras completas del nicaragüense.
Fragmentarios, periodísticos, directos, vertiginosos…, los textos de La vida de Rubén Darío… denotan fielmente la personalidad del su autor y el ejercicio de su memoria. La manera en que recordaba hecho que decidió compartir don un lector identificable. Aunque, como apunto Francisco Fuster, editor, introductor y anotador del nuevo libro editado por el FCE, el mismo Darío tuvo “algún pudor” por contar esto, aquello; o no contarlo.
Al leer La vida de Rubén Darío… sabremos que fueron el Quijote. Las Mil y una noche, Oficios, Corina y La Caverna de Strozzi los primeros libros leídos por el futuro poeta. “Extraña y ardua mezcla de cosas para la cabeza de un niño”.
Sabremos de sus viajes por Centroamérica, Madrid (“Señorito, ¿quiere usted conocer el cuarto de don Marcelino [Menéndez Pelayo]?”), Barcelona (“Noté lo arraigado del regionalismo intransigente y la sorda agitación del movimiento social, que más tarde habría de estallar en rojas explosiones”) y París (“Yo soñaba con París desde niño, a punto de que cuando hacía mis oraciones rogaba a Dios que no me dejase morir sin conocer París”).
De sus tribulaciones por lo cotidiano. Como cuando Mark Twain le juega a Darío “una de sus pesadas broma”. Y es que, “sin un céntimo, al comenzar la noche”, en La Nación de Buenos Aires se le encomienda redactar la nota necrológica del escritor norteamericano “en agonía”. “La muerte de Mark Twain haría que tuviésemos dinero (…). Pedimos una cena opípara y convenientemente humedecida”, escribe Darío. Un día después el artículo no se publicó. “…el enfermo estaba salvado y entraba en una franca mejoría”.
“Y la salvación del escritor fue para nosotros un golpe rudo y un rasgo de humor muy propio del yankee, y del peor género”.
Darío, desbordado o a cuentagotas, frente a su propio espejo.
http://www.milenio.com/cultura/critica-Dario-frente-espejo_0_683931608.html
viagra free coupon
paine.edu prescription coupon card
exelon 1 5 mg
open exelon 6 mg
nyc abortion clinics
msemvs.org abortion clinics in san diego
duphaston tablete za odgodu menstruacije
topogroup.com duphaston cijena bez recepta
low dose naltrexone hair loss
read naltrexone chronic fatigue syndrome
naltrexone and drinking alcohol
click low dose naltrexone uk
how long does naloxone block
go side effects of naltrexone