Fecha:
03/01/2018
Los amantes de la literatura de géneros que por mucho tiempo se consideraron menores, algo poco más que una forma de entretenimiento, celebramos siempre que obras de horror, géneros fantásticos y Ciencia ficción hagan acto de presencia cada vez mayor no sólo en los anaqueles propiamente dedicados a ellos, sino la aparición de estudios amplios y serios que los presentan desde perspectivas que permiten no sólo hacer un repaso histórico y estilístico, sino hacer consciencia de las muchas preguntas que a partir de dichos géneros pueden surgir. Y digo serios no como quien trata de utilizar la seriedad como un disfraz de la pretensión que al final no llega a nada, sino justo como una imagen del rigor y pasión con la que esta clase de obras merecen ser analizadas. Es por ello que vale la pena celebrar la aparición de un libro como Patologías de la realidad virtual de Teresa López-Pellisa (publicado por el Fondo de Cultura Económica de España y de reciente aparición en librerías de México), pues su abordaje de la ciencia ficción no estará limitado a la apreciación de obras, sino que se planteará una serie de cuestiones acerca de la llamada cibercultura que bien merecen tomarse en cuenta.
Ya desde la elección del título, siendo patologías la palabra clave, el texto se elabora como una clasificación de “males” propios de tiempos en los que la tecnología digital y las relaciones que con la misma establecemos han transformado toda nuestra concepción de la realidad. Por ello, dudo que pueda pensarse en el sentido de patología usado por la autora como un límite, como sentencia que exponga la patología suscrita como algo acabado; se trata más bien de amplios diagnósticos en los cuales se presenta un mapa móvil, un trazado de síntomas que se desplazan de las obras al mundo y viceversa. Y es en ese sentido que creo que el término patología usado por López-Pellisa no se suscribe exclusivamente al sentido de enfermedad, sino en aquellos que vinculan la palabra a sentires existenciales, desbordamientos vitales, que conforman un nuevo sentido de la experiencia del mundo.
El libro se divide en dos grandes bloques: el primero, de dos capítulos, opera a modo de mapa conceptual y de genealogía; López-Pellisa presenta un amplio panorama en el que la historia de la aparición de tecnologías como realidad virtual, robots y demás avances se funde con la de obras fundamentales de la ciencia ficción, lo que deja ver, que previo y a la par de los desarrollos tecnológicos, se hace presente también una serie de imaginarios que permiten desbordar, por un lado, y cuestionar, por el otro, los alcances de dichas tecnologías. En la segunda parte presenta las patologías sugeridas: esquizofrenia nominal, metástasis de los simulacros, el síndrome del cuerpo fantasma: ¿la obsolecencia cárnica?, misticismo agudo y el síndrome de Pándora.
La primer patología está referida a los usos de términos como virtual o cíber, los cuales parecen estar cada día más perdidos en una vaguedad que los hace inasibles, al grado que puede pensarse que son usados indistintamente para designar todo aquello que, de una u otra forma tiene que ver con la informática. López-Pellisa diferencia las formas de inmersión del usuario en un entorno cíber en aras de presentarlos no como una evasión de la realidad, sino como un regreso a la misma.
Por metástasis del simulacro, la autora se refiere al carácter devorador de los simulacros, es decir, a su capacidad de absorber y consumir la realidad. El afán cada vez mayor de los usuarios por habitar algún tipo de mundo virtual, la cada vez más constante puesta en escena de la “experiencia real” en productos literarios, cinematográficos y un largo etcétera llevan no a una mera ilusión que trata de anular la realidad. El incremento de simulaciones en el entorno contemporáneo es presentado como una operación compleja en la que, tal vez, lo virtual no es una negación de la realidad y en que la realidad pierde su posible carácter de fetiche.
El síndrome del cuerpo fantasma abarca el que es sin duda uno de los temas más controversiales y gustados en las discusiones en torno a las tecnologías digitales: ¿es que acaso el cuerpo orgánico se ha vuelto innecesario, obsoleto? ¿Será posible pensar en que la memoria (convertida ya en datos) puede ser transferida a un dispositivo tan mínimo como una memoria USB (pendrive)? ¿Qué pasa con la consciencia una vez que algunos de los muchos elementos propuestos por la biotecnología en el momento en que el cuerpo es intervenido, modificado y hasta anulado? Se trata sin duda de cuestiones que han despertado la imaginación de la cultura occidental no sólo en el momento histórico presente, sino en muchos otros pero que, sin duda, a partir de la aparición de las tecnologías que reclaman cada vez más terreno y alimentadas por el imaginario literario, cinematográfico y televisivo, se ofrecen amplias en reflexión.
Misticismo agudo apela al dilema del deseo de inmortalidad, de una fe basada en la expectativa de lo que la ciencia y la tecnología pueden traer ya no para la preservación de la especie, sino del ser individual. Se trata de un fenómeno que tampoco es nuevo. Cabe recordar, como señala John Gray en su libro La comisión por la inmortalización, que ya hacia finales del siglo XIX e inicios del XX, eran muchas las sectas que aspiraban a contactar con espíritus de los muertos a través ya no de una comunicación sobrenatural, sino de las tecnologías disponibles en la época y que, de hecho, muchas de las mismas fueron incluso aceptadas como válidas científicamente hasta que cayeron por su propio peso. López-Pellisa aborda con el cuidado que caracteriza todo su libro, varios de los movimientos transhumanistas desde su cariz religioso, desde la puesta en juego de una forma de fe que trata de aferrarse a la existencia allí donde la muerte extiende su velo.
Finalmente, en el que es sin duda el abordaje más apasionante de Patologías de la realidad virtual (sin que ello reste valor a los apartados que le preceden, en El complejo de Pándora, Teresa López-Pellisa explora las dimensiones de las máquinas como objeto del deseo masculino. Afirma la autora al inicio del apartado:
Esta patología tan sólo es detectable en aquellos textos que incluyen la generación de personajes femeninos artificiales. Se trata de un síntoma absolutamente ficcional y responde a la necesidad de reivindicar el mito de Pándora, junto al mito de Pigmalión, como perspectiva analítica en los textos literarios de ciencia ficción que giren en torno a la creación de mujeres facticias para la simulación de relaciones sentimentales heteronormativas.
Pilar Pedraza, en sus Máquinas de amar, sostiene que Pigmalión no sabe amar, que el escultor “se mira en su creación como Narciso en la fuente” y cuando termina su obra confiesa que la ha esculpido a su “imagen y semejanza”, por lo que esta tecnocreación femenina no es más que una selfie avant la lettre (si se me permite tal expresión): la proyección del deseo masculino para deleitarse con un simulacro de relación sentimental. (P. 192-193)
Al pensar, por ejemplo, en los imaginarios sobre los cuerpos artificiales que habitan diversos universos cinematográficos, no es difícil constatar que la enorme mayoría se trata de robots femeninos. Llevando la cuestión un poco más lejos, pienso en que incluso, en variantes fílmicas de la célebre Frankenstein de Mary Shelley en las que el brillante filósofo natural culmina la petición de su criatura de dar vida a un ser monstruoso femenino ésta, en una inmensa mayoría de casos, al contrario del monstruo masculino, es un ser que existe para atender los deseos del otro masculino (sea creador o monstruo). La exploración realizada por López-Pellisa lleva a reflexionar en obras tan variopintas como La Eva futura de Villiers de l’Isle Adam, pasando por The stepford wives tanto en su versión literaria de Ira Levin o en la brillante adaptación cinematográfica de Bryan Forbes, hasta llegar a obras icónicas de J.G. Ballard, Bioy Casares, entre otros. Y si bien este apartado se centra en los efectos de esta patología en los territorios de la ficción, ello no impide a la autora abarcar casos fuera de ésta y mucho más, permiten al lector evocar incluso casos como el de Samantha la autómata sexual desarrollada por Sergi Santos que fue destrozada por un grupo de usuarios en una feria de tecnología [1], lo cual plantea toda serie de cuestiones éticas acerca del uso de estas tecnologías.
En fin que Patologías de la realidad virtual, cibercultura y ciencia ficción de Teresa López Pellisa es un texto invaluable no sólo para los más asiduos lectores de ciencia ficción o para los interesados en los alcances de las tecnologías digitales, sino para todos aquellos que aprecia en estos tópicos toda una serie de interrogantes que enfrentan a la humanidad toda con sus nuevas condiciones y posibilidades de existencia.
[1] Acerca del caso puede leerse en https://www.elespanol.com/social/20170929/250475871_0.html
Fuente:
https://www.artestj.com/single-post/2018/01/02/NOTAS-PARA-CUANDO-NOS-DUELE-LA-MEMORIA-USB