Fecha:
17/03/2023
Recomendaciones literaria de la redacción de Mercurio
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Madame Gauguin, de Fietta Jarque (Fondo de Cultura Económica)
«Desde niña se dio cuenta de que prefería pasar inadvertida, cumplir silenciosamente lo que se esperaba de ella, siempre en segundo plano. Primero, en sus años de pobreza, para no sufrir castigos de quienes la cuidaban o represalias de otros niños y sus juegos crueles. Después, cuando la fama de su madre creció en los círculos del París intelectual, por su imbatible timidez». Este libro novela la vida, en segundo plano y en primera persona —aunque incorporando otras voces—, de Aline Chazal Tristán o Aline Gauguin (1825-1867), apellidos que ya ayudan a situar su figura ensombrecida por la efigie de dos mitos: los de la pensadora y precursora del feminismo Flora Tristán, su madre, y el pintor posimpresionista Paul Gauguin, su hijo. Ambos lograron variar el curso de la historia desde sus respectivos campos; ella respecto a la evolución de la realidad sociopolítica y él, de lo artístico-cultural. Pero en lo que se detienen estas páginas es en la evolución personal de quien sirvió de nexo sanguíneo entre ambos hasta quedar exangüe. Todo parte de la sangre, de hecho; el drama de verse abusada sexualmente por su propio padre y de la tragedia desencadenada por aquel acto atroz: «El más sucio lodo de mis recuerdos. La garra de viento me hunde la cara en ellos. Ese gran agujero era mi boca abierta. Esa puerta, esa noche, ese trago de brea». La escritora, periodista y comisaria de arte peruana Fietta Jarque retrata aquella personalidad orillada por las circunstancias y el tiempo en su viaje precisamente a Perú, con 22 años, y su posterior retorno a Francia: «Ser ese personaje a veces simplemente decorativo en las reuniones de sociedad le permitió ser testigo de las inquinas y maledicencias entre unos y otros». El relato surge como la cara oculta de El paraíso en la otra esquina, de su compatriota Vargas Llosa, donde la vida de Aline también quedaba sepultada, y de evocar cómo ella influyó en la vocación de su hijo y cómo lo hizo su estancia en la ciudad limeña, cuando él apenas era un niño. La escritura rítmica y preciosista se beneficia en Madame Gauguin del amplio trabajo de investigación, que se hace explícito en fragmentos de cartas, notas o libros, y cuyo poso se advierte en la reconstrucción de ambientes y sensaciones. Un libro que le ha ocupado a Jarque más de una década y que también se decanta por explorar la relación con la madre-abuela, ambas sufridoras y también conquistadoras de su independencia, lo que llegado un punto genera admiración en la protagonista: «Ser independiente, trabajar, valerte por ti misma sin deber nada a nadie. A ningún hombre. No depender de la fortuna de los otros». Entre vacuas tertulias intelectuales emerge, decíamos, una evolución en la propia Aline, que es capaz de finalmente conocer la sensación de enamorarse: «Y esa mujer le gustaba, se gustaba por primera vez en la vida».
Fuente: https://www.revistamercurio.es/2023/03/17/libros-de-la-semana-103/